Periódico Escolar




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Ser docente es un oficio y un arte. “Cuando eres un educador siempre estás en el lugar apropiado a su debido tiempo. No hay horas malas para aprender” – Betty B. Anderson. Estas palabras refieren a la esencial función de un maestro, y desde mi humilde posición agregaría “…ni malas horas para enseñar”. Muchos personajes de renombre eterno se han manifestado sobre el valor y la importancia de la figura del educador, resaltando que la participación en la vida de los jóvenes de un maestro es una pieza elemental en la formación y crecimiento tanto del intelecto como del espíritu.


Hoy día vemos con preocupación cómo nuestros niños y jóvenes se pierden en el ir y venir de los adultos, donde esa vorágine de ocupaciones que conlleva la vida diaria le quitan tiempo a los padres, madres y representantes para formar a sus hijos y representados. Es en esta situación donde nosotros: maestros, docentes, educadores o cualquiera sea el calificativo que se de, debemos usar nuestro arte más que nuestro oficio para ayudar a estos niños y jóvenes a prepararse para la vida. Esta tarea no solo implica el impartir conocimientos sino de incentivar, modelar tanto en la escuela como fuera de ella el comportamiento y conocimiento. Es una ardua y difícil tarea pero si cada uno de nosotros ponemos nuestro grano de arena para colaborar con el crecimiento intelectual y personal de esos niños y jóvenes no será en vano nuestra existencia como docentes. Por eso “Cuando te comprometes profundamente con lo que estás haciendo, cuando tus acciones son gratas para ti y, al mismo tiempo, útiles para otros, cuando no te cansas de buscar la dulce satisfacción de tu vida y de tu trabajo, estás haciendo aquello para lo que naciste” Gary Zukav.


 

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